La Fortuna de
una Partida Perdida.
Por José Manuel Juárez
Vázquez
En la calle esperanza No. 4 nos presentamos con prontitud, recibimos la
noticia de que nuestro querido Tío Luís había fallecido, Tío que no veíamos
desde hacia cerca de cuatro años, por el escaso entendimiento con sus ideas
duras, respecto de la política y de la sociedad en su conjunto, de ves en ves,
asistíamos para llevarle algo de víveres que recibía a regañadientes, y
escuchábamos sus interminables peroratas respecto de lo mal que se manejaban
las autoridades con la economía, seguro de que algún día la gente protestaría
enérgicamente por el alza grosera de los precios. Ese día se nos informó con un
recado lacónico de su deceso. Ya lo esperábamos, desde hacia algún tiempo, pero
no dejo de sorprendernos y todos fuimos; mis Tíos de Cueramaro, los Primos de
Penjamo, su Hijo Pedro que vivía en EU., alejado de su padre, distanciados por
una desconocida incomprensión entre ellos, y que abonaron el chismorreo entre
las mujeres presentes; algunos de sus familiares, gente extraña que nunca en mi
vida había visto, varios de ellos irreconocibles por no verlos desde hacía
mucho tiempo y con sus platicas aún más extrañas, una relación multifacética y
en los mas de los casos, monocromática, en un negro que acentuaba el color
blanco de la piel de casi todos ellos. El llanto de las plañideras hacían mas pesado el ambiente y
las pláticas siempre degeneraron en las formas poco comunes de actuar del
difunto.
Después nos enteraríamos de que fuimos peones de su sarcástico juego que
nunca sospechamos tramó desde no se cuando, tal vez en su siempre taciturna
soledad y, así, legar su increíble y siempre excéntrica actitud.
Esa tarde, fue una tarde pasmosamente triste y tan inusual que las horas
se sucedieron muy lentamente. Sentados ante la monorrítmica letanía de la corifeo
del rezo, y los coros del mismo, el chisporroteo de los cirios que se
consumieron lentamente y el fuerte olor de formol o no se que penetrantes
aromas de luto, de las flores y de las coronas, el desfile interminable de la
gente, vecinos y familiares que en sus inacabables murmullos esperaban
constatar algo que penetraran los arcanos y nos llevara a algún lugar poco
común.
Fue un legado insólito, de una voluntad extraña y quizás por ello no se
despertó sospecha mínima, al fin y al cabo, así fue siempre su manera de actuar,
quién pensaría que las instrucciones por él dejadas serían comentadas por mucho
tiempo ante los vecinos para quienes resultó de un humor, inusual, meditado
largamente y con una frialdad que azoraba.
Las indicaciones parecían tan simples que nadie mostró el menor atisbo
sobre su implícito contenido:
En un avejentado papel, decía:
"Yo, Luís Sánchez, tengo un preciado tesoro, el cual en pleno uso de mis
facultades deseo legar, éste, deberá de ser reclamado por aquel pariente, que
lo encuentre, de acuerdo con los siguientes signos...",¡era un mensaje encriptado!
lo supimos por la lectura del texto, por su voluntad notariada, del viejo
amigo, con el cual pasaba larga tardes acompañándolo, y nos dejo, creo, con un
sentimiento de vació en el estomago, no
esperábamos así su sepelio, mucho menos su póstumo interés en que alguno de
nosotros encontrase un deseo fortalecido por nuestra ambición, por mas que lo
intentáramos disimular, las ahogadas
exclamaciones lo hacían evidente por la mayoría de los presentes.
Lo que se seguía fue un verdadero misterio: "...Quizá algunos de uds. Han
notado que en mi recamara, en la que en este momento yacen mis restos, como fue
mi voluntad, tengo una cómoda de cajones, cinco en total", efectivamente al
frente de la cama donde se posaban sus restos estaba el mueble descrito,
algunos de rápidos reflejos se dirigieron hacia él, pero fueron detenidos en
seco por el octogenario lector, "...ahí no encontraran nada...", parecía que el Tío
Luís nos estuviera viendo, con su inquisidora mirada, desde algún lugar de la
alcoba, por un momento sentí escalofrío por tan pertinente aclaración "...
deberán de terminar de escuchar mi testamento que solamente los espíritus
elevados entenderán, espero que sean todos, pero mi escepticismo me acongoja en
estos mis últimos minutos y la duda desvanece mi optimismo...". Qué arcano
intelecto nos lleva a tratar de perduran más allá de nuestro último suspiro, no
lo sé, pero se da, o al menos eso pensé cuando escuchaba sus postreras
palabras.
"... Ustedes saben que compre recientemente un Caballo a un francés el tres del mes pasado, mismo que entregué
el día
6 a su nuevo
dueño, no obstante que el día 4 me lo pagó, con exactitud, por la mañana ese mismo día 4..."
Todos los presentes nos miramos perplejos, con los mas grandes signos de
interrogación en los ojos, algunos sonrieron de tal manera que era difícil
identificar si era nerviosa sorpresa o burla ¿que era todo eso?, pensamos en
esa ocasión que lo del caballo era una locura senil, y ahora aparece en un
documento testamentario que nos refuerzo la idea de haber sido escrito bajo
perdida total del sentido común "...Caballo por el día 4, en vez del Caballo favorito el seis..." el primo Juan Antonio de Cuerámaro, un
hombre con muy poca paciencia, salió del
cuarto sin poder ocultar su desesperación ante tan irracional epístola, su hijo
Pedro, nos veía con un oscuro rostro, apesadumbrado, que se me figuró de
vergüenza por el aparente excentricismo de su padre, a mi me contuvo la curiosidad, aunque estuve a
punto de hacer lo mismo y salir en varias ocasiones "...mi Caballo consentido valía por tres de
todos los de mi caballeriza, a seis días del trato recordé que en una plática que
tuve con Monseñor Padilla, Obispo de León el tres,..." ¡vaya! esto se pone
interesante, pensé para mis adentros. El Sr. Obispo no era precisamente un
personaje que esperáramos encontrar en su última voluntad, supimos si, que
acudió varias veces a catedral, y que seguramente no le fue fácil llegar a ella
desde su casa, pensamos que preparando su momento final, se volvería santurrón,
contraviniendo su actitud siempre liberal, pero de ahí a que saliera a colación
en su intervención póstuma lo consideré una exageración "...el Caballo
es bonito,
denomínalo
el Siete
me dijo Monseñor Padilla, es un número de buena suerte y no dejó de referirse a
la cita bíblica -en siete días se hizo la creación- que escuche sin mas
convencimiento, no obstante lo hice..." para que tomarse tantas molestias, pensé,
si al final pensaba deshacerse de él "...y al Obispo le compense con cuatro
monedas de oro..." ¡oro! Al fin se menciono la palabra mágica y como si se
electrizara el cuarto todos nos miramos de reojo, sabíamos que nuestro anciano
tío contaba con ahorros, pero de verdad dudo que alguno de nosotros estimásemos
a cuanto ascendiese minimamente su fortuna, así como desconocíamos mucho de su
vida "...lo traté posteriormente una tarde mientras platique brevemente, en cinco minutos, con él, en el obispado de la manera como las personas
alababan al potro, y el Obispo dijo cinco escuetas palabras: Cuaco por aduloncin conviene menos. Aduloncin -explicó-
es la forma como su Eminencia se refería de forma coloquial de la gente que era
dada a lisonjear a cuanta persona se les
presentase con ventaja...". Bueno, a fin de cuentas se pudo aplicar perfectamente
el aforismo: Las explicaciones son malas. Quede igual, sin entender.
"...el caballero a quién vendí el Caballo se extraño de los cinco cajones de la cómoda, sobre todo porque el
acabado de la misma era sumamente rústico, habló largamente de mis muebles, no
entendió el porque poseía una pieza tan pobre en un lugar que distaba mucho de
ser una pocilga que quizá fuese un mejor destino del mueble y espero que alguno
de Uds. Queridos parientes tengan una mejor opinión de él y decida llevárselo a
su casa...", nadie levanto la mano y todos hicimos mutis, era evidente que dentro
de nuestras casas no encontrábamos un mejor sitio para lo que considerábamos
como basura, una cómoda de madera desvencijada y sin la mas mínima muestra de
que cuando la hicieron hubiesen tenido la intensión de darle lustre, incluso en
la parte superior se tiene ralladuras muy marcadas, entre las que destacan por
su profundidad y posiblemente hechas recientemente, e6 por otro lado todo se hacia más
confuso y se le encontraba menos ilación a cada hecho y palabra.
En días pasados había estado muy ocupado tratando de resolver mi vida,
con un trabajo que me absorbía casi totalmente el tiempo en la venta de seguros
en la Cia. Seguros
México, S.A., y eventualmente algunos días, por la tarde me dirigía a jugar
básquet con los compañeros de trabajo, rutina que tenía desde cerca de siete
años. Me fui volviendo demasiado predecible y eso me incomodaba en alguna forma,
ahora la vida me presentaba un hecho misterioso y que solamente veía en el cine
de acción o en los libros de aventuras tantas veces leídos en mi juventud,
¿Dónde deje mi asombro por lo ecléctico que despertaba mi imaginación para
dedicarme a una actividad sosa y aburrida? Interrogante que se manifestó en
esta entrevista con el notario y se hacia evidente tras estas pocas palabras
del texto, una de las partes mas recónditas de mi personalidad.
"...pues bien, queridos parientes estuve frecuentando a una Señorita, una
joven que en este momento no se encuentra presente por así dar indicaciones,
con esa Señorita no existió mayor relación que una gentil amistad, nada de lo
alguien pudiese avergonzarse, en ningún momento se manifestaron sentimientos
impuros, frecuentemente fui a visitarle, al departamento c6, porque es una mujer
abandonada por su marido. En algunos casos le apoye económicamente y en otros
fui apoyado sentimentalmente sin que se diese nada impuro, posteriormente me
enteré que la persona con el que tenía tratos económicos, el Caballero
de gallarda figura, la acoso, en el c6, por lo que decidió mudarse la Dama al departamento h4, para
evitar problemas, sin sospechar que el Caballero, del cual me reservo el
nombre, culminaría su Canallesca acción en c7 con una infamia...".
¿Qué arcanos encierra el destino? No lo se, pero en este momento ya
tenía una idea clara en la mente, dejaría que la locura inocua me llevara de la
mano e invertiría mi tiempo en la solución de la circunstancia que me presentó
mi sino.
"...Fue una dolorosa derrota, pero también una saludable experiencia, en
ese momento empecé a reordenar los momentos más importantes de mi vida y a
prever el destino final de mis últimos valores, que aunque no son muchos espero
sean lo suficientes para darle continuidad a una visión, mi visión..."
En este párrafo creí que estaba hablando yo mismo, como si las palabras
empezaran a cobrar sentido aunque aún difusamente, sabía que debería de
descubrir el secreto dejado por mi Tío Luís.
"...es poco, pero la clave de todo esta en el número 456 del Bank of América y la puerta
esta en TOMA."
¡Era todo! ¿En qué lugar era la interrogante? Lo primero que se me
ocurrió fue investigar en Internet las
sucursales mas próximas del citado banco y ¡Oh decepción!, casi en todo el
mundo, sería imposible asistir a todas, gastar una fortuna en ello y quizá
darse cuenta al final de que la herencia fuese solamente imaginaria. Por
semanas estuve analizando pacientemente el texto del difunto Tío Luís sabía que
en las negritas estaba la respuesta y se me presentó al relacionarlas con el
juego favorito de él: el ajedrez.
Lo demás fue sumamente fácil, la información en estos momentos se cruza
a velocidades insospechadas en la red. Descubrí donde jugó la partida de
referencia, contra quien y ubiqué la caja de valores. Logre obtener algunos
millones, que nunca pensé que existieran y sobretodo desperté del letargo de mi
vida. Ahora me dedico a promover con mí raquítico juego una de las más
apasionantes actividades humanas, y suplo mis enormes carencias con entusiasmo,
me deleito cuando un niño o un joven dan muestras de buscar solución a una
posición complicada del juego de reyes y quizá, ¿Por qué no?: de su vida
misma.
Fin