Un humilde y fiel servidor.
Por José
Manuel Juárez VázquezEl peón Artemio humildemente sigue las
indicaciones de su soberano, es el primero en enfrentar estoicamente a cada una
de las embestidas del enemigo y casi siempre sucumbe en aras de un bien mayor:
la sobrevivencia de su clan.
Suele iniciar con
enorme enjundia, puede ser que dé dos grandes pasos o si así lo desea,
solamente uno, seguro, constante, pero, importante. Después avanzará con gran
tiento anteponiendo siempre su seguridad y la de los suyos, de uno en uno.
También en un
momento, como fiel guardián, si Artemio
se encuentra en la quinta fila, puede que detenga los peones contrarios,
fiscalizando su paso por la sexta fila cuando intentan llegar a la quinta de un
solo movimiento, si se lo ordenan.
Artemio puede ser que tenga un
fin distinto que enfrentar a ejército enemigo, y se le encomiende un propósito
superior, la defensa de su Rey, y seguramente lo hará espléndidamente, con
heroísmo, evitando a toda costa, incluso de su propia existencia, que las
fuerzas contrarias lleguen a lastimar a
su soberano
Pero en el
transcurso de su épica vida suelen darse sortilegios que permiten que si Artemio, sencillo obrero, pero
inquebrantable luchador, esquivando todos los peligros antagónicos, logra con
constancia y dedicación alcanzar los límites del bando hostil, obtendrá los
favores de la Diosa Caissa
concediéndole, esta, el deseo de transformar su condición menor en otra pieza
mayor: Castillo, Caballero, Obispo o incluso Dama Real, estándole vedado,
solamente, aspirar en soñar en ser un Rey.
Así es la vida, a
veces efímera, a veces sublime de Artemio
el peón